Capítulo 5

—¡Jóvenes! ¡Les tengo una gran noticia! —dijo la directora del colegio enérgicamente a los chicos que estaban en la sala de conferencias del Instituto—. Tenemos la visita del señor Alcalde y de los grandes empresarios Pegasus J. Crawford y Seto Kaiba. ¡Con ustedes! ¡El alcalde de Dominó City!

Todos hicieron el mayor silencio posible para escuchar. Podían ser un poco vándalos pero en Domino City cuando se habla de duelo de monstruos todos mostraban respeto.

—Mis queridos jóvenes amigos, estoy para informarles que para este año tenemos al igual que el año anterior, el tan esperado torneo intercolegial —anuncio el alcalde—. La semana que viene todos los alumnos que quieran participar de este evento se reunirán en el colegio, ya que se suspenden las clases el resto de esa semana y comenzaremos con la clasificatoria. ¡Solo los tres primeros lugares representarán al colegio, en el torneo intercolegial de Domino City!

Todos los jóvenes aplaudieron, silvaron o hicieron un poco de desorden de la emoción. Solo el participar era suficiente para muchos, sabían de sobra quienes eran los tres primeros puestos, los mismos que los años anteriores.

Seto Kaiba, el legendario duelista y CEO de Kaiba corp, se dirigió al estrado. Los gritos de los estudiantes y el sonido del flash de los celulares se hicieron presentes. Y claro, algunos murmullos por lo bajo, como por ejemplo; "¡suegro!" y alguna tontera más.

—¡Duelistas! Por qué no merecen menos de que se les llame con ese título. Esta es una nueva era, el duelo de monstruos a llegado a cada parte del mundo, y los nuevos discos de duelo permiten una experiencia de juego nunca antes vista, que antes de su lanzamiento parecía inalcanzable. Sin embargo ahora está al alcance de algunos, especialmente las ligas profesionales, por su alto precio. —El hombre hizo una pausa y todos los jóvenes parecían impacientes porque siguiera hablando. Muchos de esos chicos habían descuidado sus estudios para trabajar a medio tiempo, con tal de comprar el nuevo disco de duelo, pero sin resultados aún, ya que eran demasiado caros. Solo quedaba verlos de lejos en el brazo de un profesional en un estadio o por televisión—. El que se lo merezca debería poder tenerlo sin importar su economía. —Los jóvenes se pusieron a gritar eufóricos—. ¡Los ocho mejores de cada colegio podrán tenerlo gratis! ¡Así que a luchar! ¡Demuestren que de verdad merecen ser llamados duelistas!

La sala de conferencias se volvió un caos, todos aplaudían y gritaban el nombre de Kaiba, la pobre directora no podía calmarlos. Seto jr. por su parte puso una expresión de total decepción. ¡El nunca consiguió la atención de todo el colegio a ese nivel, y era su colegio! Luego llega su padre de cuarenta años y se roba la atención de todos.

—Jóvenes duelistas, quiero su atención. —No tuvo que gritar ni nada parecido, al escuchar la voz de Pegasus J. Crawford, todos se callaron—. Quería informarles que Kaiba y yo seremos los jueces de este torneo en las finales. Pero para que vean que yo también los amo —lo dijo con voz algo cómica, típico de él—, me encargaré del premio; tres cartas nuevas, edición limitada. Las cree hace tiempo pero nunca las saqué al mercado. ¡El que gané el primer puesto será el único en tenerlas en su deck! —Todos aplaudieron y luego se aglomeraron cerca del escenario para poder tomarse fotos con ambas leyendas del duelo.

Kaiba se dio la vuelta para irse de una vez pero Pegasus lo tomó del brazo.

—Mi querido amigo Kaiba, no te vayas tan pronto. Los niños quieren fotos con ambos —dijo el del parche, consiguiendo que Kaiba se quedara muy a su pesar.

Aknamkanon estaba demasiado emocionado, podría batirse a duelo con grandes oponentes; pero había alguien en especial que quería retar. La busco con la vista, allí estaba la castaña, la actual campeona de Asia.

Al principio no sabía mucho de ella, ya que el estaba más familiarizado con las ligas profesionales de duel monster en África y Europa. El pudo participar en torneos en países como Italia, Alemania e Inglaterra. Realmente se sentía un poco tonto por no haberla conocido antes, en vez de hace poco viendo sus mejores duelos en internet, y esto que el era de etnia japonesa. ¡Tenía que enfrentarla!

—Ya veo... —susrro Maxi mirando a los empresarios que ya se retiraban.

Era muy notorio que Ilusiones industriales ya no tenían tanto que ofrecer al público, y Kaiba corp se había hecho sumamente poderosa.

Tanto así que se podía decir que el viejo Kaiba tenía el mundo en sus manos. ¿Qué le queda a el? ¿Heredar una compañía mediocre? El nació para ser el primer lugar, no un segundón y eso tenía una forma de solucionarse:

Kaiba no viviría por siempre y si había una manera de que la corporación decayera un montón el ya la sabía, el mal uso de los fondos, falta de responsabilidad y escándalos mediáticos. Eso tenía un nombre: su amigo casi hermano, Seto Jr.
Él destruiría Kaiba corp para él y cuando pudiera casarse con la hermana de este, convertiría a Kaiba corp en parte de Ilusiones industriales, convirtiendo a esta última el la empresa más grande de duelo de monstruos en el mundo.

El de pelo blanco mira con una pequeña sonrisa al chico que hacía un puchero infantil, en protesta por ser menos popular que su progenitor. Sin embargo lo quería demasiado, usarlo para sus planes no significaba nada. Negocios y amistad nunca deben mezclarse, son dos cosas diferentes, penso Maxi.

Por otra parte, lo mismo que ellos escucharon fue transmitido en vivo para los otros colegios que por la falta de tiempo el alcalde, Kaiba y Pegasus no pudieron visitar.

Los estudiantes del colegio rival también estaban muy emocionados.

—Que suerte tienen de haberse mudado a Japón y a este colegio en estas fechas. ¡Si son duelistas no pueden dejar de participar en esto! —le contaba un alumno a los nuevos estudiantes egipcios que con una sonrisa algo malévola miraban la pantalla.

En otro lugar las cosas no eran tan emocionantes:

—No puede ser. Tienen que encontrarla, es importante. —Yugi le exigía al oficial de policía que hablaba con el.

—Lo siento mucho, no dejaron ninguna pista, nada! En las cámaras nada, no hay huellas ni nada de nada.

—Una momia no desaparece sola de un museo. ¿O si? —preguntó Yugi indignado.

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