—Qué bello amanecer —los primeros rayos del
sol se dejaban ver en Egipto—. ¿No lo crees Rebecca? —pregunto Yugi a su esposa.
—¡Dra. Hopkins! Qué bueno es contar con su
colaboración —dijo Marik Ishtar interrumpiendo a la pareja. Le tendió la mano
como saludo y luego saludo al Sr. Muto—, ¡tanto tiempo sin verte Yugi!
La egiptóloga y su esposo siguieron a Marik
quien ahora era bueno. Estaban en un importante hallazgo arqueológico.
Ishizu, la secretaría general del concejo
supremo egipcio de antigüedades, los había llamado solicitando su ayuda.
—Ya llegamos —dijo Marik mientras entraban
en unas ruinas.
Ishizu, la hermana mayor del ex villano
estaba parada frente a la momia recientemente encontrada. Yugi se acercó para
verla mejor.
—Esa momia está muy bien conservada —comentó
el del peinado picudo.
—No es por la momia que los llame —dijo la
egipcia—. Vean esto... —sobre la mesa de trabajo estaban unas gemas rojas y
otras en menos cantidad de color azul acompañadas de una tablilla de piedra con
jeroglíficos y huecos como para poner las gemas. En el centro tenía un dibujo
de un hombre y unas llamas de fuego que parecían entrar en lo que suponía ser
un disco de duelo en su brazo—. Es esto lo que quiero que vean y me ayuden a
entender.
—¿Esas formas que parecen fuego podrían ser
almas? —pregunto Rebecca Hopkins.
—Eso es lo que pensé también y me preocupa.
Creo que podría ser un artefacto para tener duelos de las sombras poniendo en
juego el alma de los participantes —mencionó la egipcia.
Yugi escucho las opiniones y se acercó a la
tablilla, pudo entender un poco de lo que estaba escrito.
—Aquí dice "resurrección" —dijo
Yugi señalando los jeroglíficos—. Permíteme tomar una foto para mostrarle a
Atem, él es profesor de historia y lengua antigua egipcia, está justo ahora
dando clases en una de las mejores universidades de Japón. Aparte es un faraón —rio
divertido por olvidar de a ratos los verdaderos orígenes de su hermano mayor—. No
le molestara ayudar. —Ishizu asintió y Yugi tomo una foto del objeto.
—¿Tía, puedo ayudarte en algo? —un
jovencito moreno de cabello rubio ceniza se acercó a ellos. Venía con un amigo
también moreno, pero de blanca cabellera.
—¡Que grandes están! —comentó con asombro
Yugi. Él ya los conocía, eran el hijo menor de Marik, Najja y Kyo el hijo de
Bakura. Ambos se habían casado con mujeres egipcias y se habían quedado allí a
vivir. Ahora que los veía estaban más grandes esos niños y muy serios. No se
veían nada amigables.
—Si ayúdenme a mover estas cosas sin
dañarlas —respondió Ishizu.
—Entonces cuando estudiemos estas fotos te llamaremos
para hablar de esto —dijo Rebecca despidiéndose—. ¿Cómo esta Amunet? No la veo
de hace mucho.
—De acuerdo Rebecca. Mi hija está muy bien,
gracias. Está en Francia organizando un desfile para presentar su nueva
colección de ropa; hace tres semanas que no nos vemos. Ni te imaginas
como la extraño.
—Lo imaginó Ishizu. Para lo que necesites
cuenta con nosotros —dijo con una sonrisa la rubia, quien sabía lo difícil que
fue para ella ser madre sola luego de divorciarse de Kaiba.
En Japón:
La luz entraba por la ventana iluminando la
habitación y causando molestia en la joven que dormía no tan cómodamente.
Entre abrió los ojos de color celestes y se
intentó incorporar en la cama. Su cabello castaño oscuro algo despeinado le
cubría un poco su carita morena. Cuando se despertó del todo recordó el por qué
había dormido tan mal; tenía a sus costados a los dos niños atravesados, una
pierna por ahí, el brazo por el otro lado. La habían pateado no
intencionalmente toda la noche.
Berenice sonrió al mirar a sus primos, tan
blanquitos y con el cabello tricolor picudo. Era muy raro para ella aún el que
si su tío Yugi y su padre Atem eran hermanos fueran uno bien blanco y el otro
moreno.
El hecho es que le había tocado ser la
niñera de la preadolescente Miku y el pequeñito Yugi de diez años mientras sus
tíos volvían de su viaje a Egipto. Aunque tenían un hermano más grande, rubio
como Rebecca de unos diecisiete años, pero este desaparecía muy seguido, se
quedaba en la casa de unos amigos.
—¡Vamos! ¡A levantarse! —gritó la
egipcia—. ¡Hay que ir a estudiar!
Los dos hijos de Yugi corrieron en pijama hasta
el comedor de la casa del tío Atem mientras se peleaban; Yugi pequeño jalaba el
cabello de su hermana para molestarla y está le estiraba los cachetes en
venganza. Berenice los separo molesta hasta que su padre intervino y se hizo
cargo de los hijos de su "hermano" Yugi.
—Tranquila hija, ve a alistarte que yo me
encargo —dijo el faraón que tenía puesto un delantal de cocina—. ¡Si no se
comportan los encierros en el sótano! —los chicos se detuvieron asustados.
—¡Te escuche! ¡No le digas eso a los niños!
—Gritó Anzu desde el dormitorio donde descansaba por su embarazo—. ¡Y no
olvides conectarte en una hora para dar tu clase! —El faraón daba clases en la
Universidad por vídeo conferencia para poder cuidar a Anzu y a la futura
integrante de la familia.
—¡Si amor, no me olvidaré! ¡Tú descansa!
—contestó el faraón.
Unos minutos después ya estaban tomando el
desayuno junto con los hijos de Honda, Jonouchi y Otogi quiénes venían más
temprano a recoger a los Muto para el colegio, para así poder comer algo echo
por el señor Atem que cocinaba riquísimo.
—Hoy tenemos todas mis materias favoritas, sociales,
arte y duelo de monstruos _dijo feliz Izumi mientras enroscaba un mechón de su
cabello entre sus dedos.
—¡No! ¡No hice la tarea para sociales! —se
lamentó Makoto—. Aknamkanon pásame tu tarea para que la copie.
—De ninguna manera, yo no soy un tramposo.
Ese es tu problema —respondió el egipcio de manera seria.
—¿Qué clase de amigo eres? —se defendió
molesto el rubio.
—Uno bueno que quiere que aprendas a
afrontar las consecuencias de tus acciones —argumentó Aknam con una mirada
desafiante y una sonrisa de lado.
—Eres un malvado. Cuando seas tú el que me
pida que le haga la tarea, te diré que no —contesto el hijo de Jonouchi
resignado.
—Pero si tú nunca haces la tarea Makoto —dijo
entre risas Honda Hayato.
El sonido del timbre hizo que dejarán todos
de reír. ¿Quién sería tan temprano?, se preguntaron en sus
pensamientos.
—¡Ya se! —gritó Izumi—, ¿se acuerdan de la
apuesta de ayer? Seguro Seto Jr. se convirtió en un hombre de palabra y está aquí
para caminar hasta el colegio con nosotros —dijo y todos recordaron dicha apuesta,
pero rieron divertidos mientras Atem iba a abrir la puerta.
—Que gracioso, la palabra de ese chico no
vale nada, es de lo más mentiroso y no va a caminar hasta el colegio, sólo
viaje en auto —dijo el rubio.
Berenice y Aknamkanon escucharon atentos ya
que no conocían casi nada al hijo de Kaiba. La bella hija de Atem recordó
las miradas coquetas que aquel chico le dedicó el día anterior y
deseo no tener que caminar con el hasta el colegio, se notaba que estaba muy
acostumbrado a tener todo lo que quería, pero ella sería la excepción.
Atem abrió la puerta y se encontró con un
chico muy alto de una grande y brillante sonrisa.
—¡Señor Muto! soy un compañero de clase de
sus hijos, venía a buscarlos para ir al colegio —dijo rápidamente el chico de
ojos azules y puso en las manos del faraón lo que parecía ser las llaves de un
vehículo—. Mientras tanto cuídeme el auto, es mi favorito de los tantos que
tengo. Puede pasear en el si no lo arruina.
El rostro del faraón era entre sorprendido
y enojado. Miro afuera y se encontró con un costoso Lamborghini Huracán.
—Escucha, chico maleducado. Si vienes por
mis hijos para ir al colegio ¿dónde está tu uniforme? —el joven tenía puesta una
camisa azul, pantalón de traje y zapatos marrón para hacer juego con el cinto
en el que tenía grabado el logo de Kaiba corp. en la hebilla.
No esperaba conocer de esa manera al hijo
de su rival, tan sólo había visto su foto en el periódico un par de veces.
Antes de que el castaño contestará algo,
los otros chicos estaban en la puerta listos para irse.
—Papá, Kaiba está aquí porque perdió una
apuesta al ser derrotado tan ridículamente por mi ayer. —dijo con una sonrisa
maligna Aknam.
—¿Enserio? _pregunto divertido Atem al
pequeño Kaiba.
—Yo no soy un duelista, su hijo es un
abusivo. —Atem se sorprendió, pero no dijo nada—. Entonces vamos, tienen que
estar más que agradecidos de que ahora son amigos míos. —Empezó a caminar y los
demás le siguieron bastante molestos.
El faraón los veía irse y no sabía si
reírse o que. Qué chico más interesante, pensó.
Cuando ya se habían alejado de la casa,
Makoto y Hayato se frenaron y se pararon frente al castaño para interrogarlo.
—¿Cómo supiste donde vivía Aknamkanon si su
familia se mudó hace poco? Y ¿por qué estás aquí sólo y sin guardaespaldas, si tú
sabes las ganas que tengo de golpearte en la cara? —pregunto Makoto de forma
violenta.
—Lo de siempre... —suspiro cansado Seto
hijo—, siempre igual de incivilizado, nunca cambiaras. — Se alejó un poco de los
dos chicos—. Verás, Si el chico de nombre raro y su hermosa hermana son
sobrinos de Yugi Muto, el rey de los duelos, y ayer en clases comentaron que
eran vecinos de éste, obviamente obtuve la dirección por medió de la base de
datos de la corporación, fácil y simple. —Sonrió divertido y puso una mano en
el hombro del rubio—. Tengo una tarea de sociales extra por sí tu padre se comió
tu tarea, perdona, quise decir por sí tu perro se comió tu tarea —sonrió
fingiendo bondad—. Si la quieres es tuya.
—¡Rayos! —Makoto frunció los labios en una
expresión de enojó, pero recordó que no había hecho la tarea—. Te perdonare
está ves Kaiba, pero sólo porque no hice mi tarea y si puedes salvarme de esta
me estarías haciendo un gran favor.
—Sabía que la necesitarías —dijo con una
sonrisa infantil el castaño y le entregó la hoja escrita.
—¿No te parece que se darán cuenta que es
la misma letra que la tuya y el mismo contenido? —dijo alzando una ceja
Berenice y recibió una sonrisa traviesa de parte del joven millonario.
—Princesa hermosa, yo soy un genio,
obviamente pensé en eso; Le pedí a uno de mis empleados con capacidades
intelectuales parecidas a las de Makoto kun que hiciera la tarea, el que hace
la limpieza, claro. Pero no te preocupes, la revisé, sacará buena nota y encima
la caligrafía se parece mucho, igual de desprolija, solo debes retocarla —sonrió
tiernamente a la vez que arrancaba una flor del cerco de una casa y se la
regalaba a la linda chica.
—Gracias, —tomo la flor entre sus manos y
le miro seria— pero que sepas que los hombres presumidos y que humillan a los
demás, no me gustan. —Dejo de mirarlo y camino más de prisa agarrándose del
brazo de su hermano, quien le dedicó una mirada al castaño de; no te acerques
a mi hermana o te mató.
Hayato y Makoto rieron de forma burlona en
venganza por lo de hace un rato.
Seto sintió algo que le oprimía el pecho e
hizo un pequeño puchero antes de empezar a caminar junto con los otros chicos.
Ya en el colegio se habían separado, Seto
fue tras sus amigos hasta que sonara el timbre de entrada y el resto se dividió
según sus respectivos salones, Aknamkanon, Makoto, Hayato y Mei Otogi estaban
en el mismo salón, Seto y Maxi también.
El egipcio se apoyó en los casilleros
mientras sus amigos hablaban entre ellos. Estaba tan inmerso en sus
pensamientos, recordando su vida en El Cairo, sus otros amigos que tuvo que
dejar y los momentos que pasó con ellos.
Salió de sus pensamientos cuando sonó el
timbre de entrada y al levantar la mirada vio la esbelta figura de Megumi
Kaiba, la hermana del fastidioso castaño.
Todos los chicos e incluso chicas se
habrían del camino para no molestarle la pasada y le tomaban fotos
discretamente, la miraban como si fuera Madonna o alguna otra famosa.
Caminaba tan elegante y su uniforme estaba
sumamente bien planchado y limpió que parecía nuevo. Su sedoso cabello castaño
caí lacio por su espalda bien peinado y perfecto.
Aknamkanon trago saliva nervioso y se dio
la vuelta para entrar en su salón. No quería ser uno más de esos tontos fans,
pero miro una vez más para saber cuál era el salón de ella. Un grado menos que
el de él, entonces, pensó Aknamkanon, era la hermana menor del ojiazul.
Las clases se pasaron rápido e Izumi propuso
ir todos al centro comercial, así que corrió a invitar a Seto Jr.
también.
—¿Por qué lo invitas a él? ¿No fue
suficiente soportarlo de ida al colegio? —Se quejó Hayato.
—Me gustan las cosas gratis, así que tener
un amigo multimillonario para hacer shopping me parece la cosa más inteligente
del mundo —dijo la rubia con una sonrisa—. Por cierto, ¡mañana sale la revista
de la que soy portada!