Capítulo 8

Al llegar a su hogar Aknamkanom se tiro en el sofa y prendio el televisor. Solo quería descansar y hacer zapping por si veía en algun canal a la castaña otra vez. 

Para su desgracia las cosas no salieron como esperaba:

—¡Aknam! ¡Ve a ver quién toco el timbre! —grito su padre desde la cocina. 

Todo él, pensó el adolescente. ¿Por qué no abría Bere?

Camino desganado hasta la puerta, abrió y la cerró de apuro al ver a aquel individuo. 

—¡Hey! ¡Abre! Vengo en son de paz. Además aún no termino la semana, aun somos amigos aunque no lo quieras.

El moreno tomo aire y abrió la puerta con su mejor cara de odio. 

—¿Qué quieres Kaiba? ¿Te peleaste con tus amigos o tu padre te echo de casa? —preguntó de forma cortante sin intención de recibir realmente una respuesta. 

—No voy a responder a eso, —aseguró sintiéndose un poco mal por el acierto del egipcio—. Solo quería...

—¿Ver a mi hermana? —Aknam lo corto en lo que estaba diciendo. 

—Bueno yo...

No tenía una escusa real. Había llamado a Maxi y este no respondió. Tal vez estaba ocupado con algun negocio. Y la verdad no quería quedarse solo en un hotel. 

De todas maneras los planes del castaño no eran más que estar con ellos unas horas hasta que se pudiera comunicar con el hijo de Pegasus.

—¡Waaaaaaa! ¡Ese si es un duelo! ¡Y es tan guapo! —Los gritos de fan girl de la joven egipcia se escucharon, cuando bajo gritando de su cuarto al ver el televisor de la sala en el canal de los duelos. Justo jugando el campeón de Europa. 

Seto Jr. encontró su escusa.

—Vine a ver si tu padre esta dispuesto a ser mi maestro. Quiero ser un duelista. 

Aknam lo miro muy desilusionado. Penso que el castaño venía a molestarlo a el, no a su padre. No era que le gustara su presencia realmente, solo que era celoso. 

—¿Y por qué no se lo pides a tu padre? ¡Eres el hijo de Seto Kaiba carajo! Tienes al mejor duelista en tu casa. 

—¿Qué? ¿Tu no eres sobrino de Yugi? No me digas que eres fan de mi viejo.

El tricolor rió al ver al de ojos azules muy confundido. 

—Me gusta más Kaiba. Pasa si quieres, mi padre esta en la cocina. 

El castaño entró y saludó a Berenice de lejos antes de entrar a la cocina sin pedir permiso. 

—¿Qué hace este aquí? —preguntó sorprendida la hija menor del faraón.

Mientras tanto, en un restorán lujoso de Tokyo:

—Estuviste increíble en ese duelo —dijo Maximiliano a su amiga con una sonrisa. 

—Gracias Maxi, pero no fue la gran cosa. A ese hombre no se le debería llamar duelista, fue muy fácil. 

—Megumi querida, ese pobre hombre ya no querrá otro duelo contigo, lo humillaste públicamente. Eso de ti me enamora —termino su comentario con su mirada más seductora. 

—Deja de jugar al conquistador, ya sabes que no tienes oportunidad —dijo con tono de voz arrogante la castaña—. Tengo una petición para ti.

—Pide lo que quieras my love.

—Sere clara. Si no quieres destruir esta amistad, deja de persuadir a mi hermano para que deje sus obligaciones y actúe como un tonto.

—Ya te lo dije, yo no sabía nada de esa reunion en Corea. Además el toma sus propias decisiones, no puedo obligarlo a que ame los negocios si no le gustan. No es lo suyo y lo sabés. 

—Si es, es muy capaz pero no quiere. Es bastante terco. —Miro al peli blanco y suspiró cansada antes de volver a tomar otro sorbo de su café. 

En casa del faraón:

En la cocina Atem casi tira los platos del susto al ver una silueta demasiado alta para ser de su familia entrando sin permiso. 

—Tranquilo señor Atem. ¡Soy yo, Seto chan! Venía a hablar con usted.

El corazón del faraón regreso a su cuerpo y contestó de forma molesta. 

—¡No te dare la mano de mi hija! —No es que pensará que aquel niño fuera malo. Sino que era un padre muy celoso y su hijo Aknam ya le había advertido de las intenciones del joven Kaiba con su hija Berenice. 

—Aun no venía por ese motivo. Quiero que seas mi maestro —dijo con tranquilidad. 

—¿Maestro de que? Explícate. 

—De duelos.

Ahora este padre de familia estaba muy confundido. ¿Por qué el hijo de Kaiba quería aprender a jugar duelos con el? ¿Eso no lastimaría el orgullo de su rival? Y si Seto Kaiba se molestaba y venía a reclamarle y claro, a retarlo a otro duelo. 

—¿Y tu padre? El debería enseñarte. Y por lo que se tu hermana es la nueva campeona de Asia. No veo por que me lo pides.

—Escuche a mi padre mientras hablaba con mi tío. Dijo que tu eras mejor duelista que tu hermano Yugi. Aunque, busque por toda la web y no encontre ni un solo duelo tuyo. Aún así mi padre casi nunca se equivoca. Si lo dijo el sabe por que.

Atem escuchaba en silencio pero no pudo evitar sonreír. Se sentía demasiado halagado. 

—Si eres mejor que Yugi, el rey del juego. Entonces eres el mejor duelista del mundo. Y no quiero un maestro que no sea el mejor. —El chico sabía como usar los halagos como forma de persuasión. Siempre funcionaba. 

—Esta bien. Creo que puedo tenerte de discípulo pequeño Junior.

—¡Gracias! —El adolescente castaño abrazo al adulto con fuerza soltandolo lo más rápido posible al darse cuenta de su acción. Normalmente esos abrazos eran con su madre, sus amigos, su tio o con el buen señor Pegasus. 

—Esta bien —dijo Atem con incomodidad. No por mal, sino por que no era muy lo suyo dar abrazos—. Pero tengo reglas que deberás cumplir: no abrazos, no coquetear con mi hija, no aterrizar helicópteros en mi tejado o en mi patio. —Esto ultimo lo dijo más pensando en el señor Kaiba.

—Bien, ¿entonces cuándo comenzamos Atem sensei? 

El ex faraón miró al joven castaño y luego miró los platos que aún le faltaban lavar, los ingredientes para la cena sobre la mesa y el caos en general de la casa por causa del reposo de Anzu, quien tenía un embarazo riesgoso. Una idea magnífica llegó a su mente. 

—¡Podemos empezar ahora mismo! Primero terminaras los platos que yo aun no pude lavar. Luego los colocas en ese armario y barres el piso —dijo con tranquilidad. 

—Eto... ¿que tiene que ver todo eso con los duelos? —preguntó el adolescente con expresión de incredulidad. 

—No discutas, el maestro soy yo. Hacer cosas que seguramente nunca has hecho te ara más fuerte, ayuda a abrir la mente a otras posibilidades. Te convertirá en un gran estratega. 

El chico alto lo mira serio mientras se convencía de lo que estaba escuchando y luego sonrió feliz para luego ir a lavar los platos sucios. No porque le hubiera creído. Era obvio que el hombre no quería hacer sus quehaceres. Pero limpiar era novedoso y sobre todo... no todos los días sus adultos se habían tomado la molestia de darle una explicación a algo, solo: "Por que yo lo digo y soy tu padre".

Aknam por su parte se sentó junto a su hermana a ver la tele cuando notó que su padre subía a su cuarto a dormir la siesta.

—¿Y Kaiba kun? —dijeron al mismo tiempo los hermanos mientras se miraban. 

Dejaron las cosas y se asomaron en silencio a la cocina. Su compañero de clases estaba lavando los platos mientras hacía un directo en Instagram:

—Esta es mi primera vez y quería compartirla con mis lindas seguidoras. ¡Comenten como lo harían ustedes! Jaja de verdad necesito ayuda —sonreía como galán de telenovela mientras "lavava la vajilla"—. ¿El jabón va en la esponja o sobre el plato? ¡¿Qué?! No me voy a sacar la ropa, ¡estoy en una casa de familia!

—Mejor lo ayudamos antes de que destruya la cocina —sugirió Berenice. 

—¡Deja el celular y lo harás mejor! —grito Aknam. 

—¡Vean, ella es mi novia y él es mi cuñado! ¿No son lindos los egipcios?

—¡Deja de grabar o te mato!!! —la voz de Aknamkanon se escuchó en todo el vecindario. 

En otro lugar, en medio de la oscuridad:

—Ya tenemos la momia, ahora a recuperar todas las gemas y a aprovechar el torneo entre colegios, allí conseguiremos muchas almas. 

—¡El mundo arderá en llamas! Muajajajaja.